Hallo una hormiga en mi plato,
loca, sin saber qué hacer,
pero aunque debo comer
me detengo, no la mato.
Ella se detiene un rato,
como esperando por mí,
yo la espanto, le hago así
como le hago a la gallina,
pero nada, no camina,
se queda muy quieta allí.
Es una hormiga, total,
aplastarla cuesta nada,
una hormiga equivocada,
un ser nada espiritual.
Más o menos sigue igual
el mundo sin esa hormiga
y no hallaré quien me diga
que no la maté en defensa.
¿Pero y si la hormiga piensa,
y si quiere ser mi amiga?
Tomado del libro: Silencios con luna”
Autor: Sergio Morales Vera